Según rabino, el cerdo es un animal prohibido e impuro

Israel Haiom/AJN.- Mucho se ha hablado esta semana del cerdo como un alimento afrodisíaco y bueno para la salud. No obstante, para el pueblo judío y la Torá, el cerdo es un animal prohibido e impuro. El judaísmo pone énfasis sobre lo que se come y para esto tiene reglas. Se intenta preservar la pureza del alma y la salud espiritual. El rabino y director de Or Sinai Pinjas Sudri reflexionó en

diálogo con la Agencia Judía de Noticias sobre el tema.
La realidad es que por más que en esta última semana se haya recomendado comer cerdo, o se haya dicho que el cerdo es como un “afrodisíaco”, las leyes judías sobre el Kashrut (régimen alimenticio) difieren completamente.
El judaísmo pone énfasis en lo que se come y para esto tiene reglas. Para los animales, hay dos reglas que definen si es puro (kosher) o impuro (no kosher). En primer lugar, el animal debe ser rumiante y en segundo debe tener las pesuñas partidas. Todos los animales que no cumplen las dos condiciones son impuros y no aptos para ingerir en ojos de aquellos que respetan el kashrut.
Mediante este orden alimenticio, se intenta preservar, más allá de la salud física, la salud espiritual y la pureza del alma de los seres humanos.
Pero ¿qué pasa con el cerdo?
El cerdo es de los “peores” animales para el kashrut. Debemos partir de la base de que tiene una de las dos señales. Tiene pesuña partida, pero no es rumiante. La regla que se ocupa de lo interno (si es o no rumiante), de lo que no podemos ver, no se cumple en este animal, a diferencia de la segunda regla, la exterior, la física.
¿Por qué es de los peores entonces?
Porque engaña. Por fuera parece kosher, por dentro no lo es. Y esto aplica perfectamente a la vida de los seres humanos. Los sabios dicen que una persona tiene que ser kosher por dentro y por fuera. No alcanza con pensar de una manera, con estudiar, sentir o aprender: se debe actuar y se actúa mediante las manos y los pies. Tener una de las dos señales no alcanza para ser aptos, o para que los animales sean aptos según la Torá, o para que los seres humanos lo sean: lo que se ve de nosotros tiene que concordar con lo que somos internamente.
El cerdo engaña, se vende como lo que no es, es un claro ejemplo de lo interior que difiere de lo exterior; por eso es peor que los demás.
Para el régimen kosher, el cerdo no es bueno ni afrodisíaco. Por el contrario, es de los peores alimentos que se pueden ingerir.
Reflexionemos sobre esto…