Israel elige Gobierno, no gobernantes

Autor: Mario Ablin en Aurora Digital.
El enfrentamiento armado en la Franja de Gaza, cuyas secuelas diplomáticas y de seguridad ocuparán aún al Gobierno de Israel por un largo período, no ha dejado tiempo ni espíritu para el desarrollo de un proceso electoral normal.
En la práctica estamos ya ante el trascendente acto electoral del 10 de febrero sin haber atravesado por un clima de debate ideológico o de contraposición de programas, figuras y partidos políticos.
El acto electoral aparece centrado en tres candidatos a primer ministro: la actual responsable de Relaciones Exteriores Tzipi Livni, el titular de Defensa Ehud Barak y el ex primer ministro Biniamín Netaniahu.
Según las últimas encuestas de opinión, el partido Likud se vislumbra como posible ganador de los comicios con alrededor de 28-29 mandatos, seguido por Kadima con 23-25 mandatos, Israel Beitenu con 15-16, Avodá con 14-15 , Shas con 9-10 y Meretz con 5-6 mandatos.

Las encuestas de opinión muestran un sorprendente fortalecimiento del partido de derecha Israel Beitenu, liderado por Avigdor Liberman, que se perfila como tercera fuerza política.
Biniamín Netaniahu podría ser el ganador en la contienda electoral. Su capacidad oratoria, la claridad de sus postulados ideológicos y la buena gestión que llevó a cabo como ministro de Economía le han valido una creciente popularidad. Sin embargo, hay quienes recuerdan otros aspectos menos positivos de su gestión como premier y presentan serios reparos respecto a su credibilidad personal y su evidente tendencia al egocentrismo.
La canciller, Tzipi Livni, ha ganado una creciente popularidad, y su buen de- sempeño en sucesivos cargos gubernamentales la han señalado como una dirigente capaz, responsable y sobre todo consecuente con valores de honestidad y rectitud personal.
Ehud Barak es el candidato más conocedor en materia de seguridad nacional. Sus antecedentes como ex primer ministro y ex comandante en jefe de Tzáhal le muestran como apto para ejercer el cargo de más alta responsabilidad del Estado. Pero también respecto al titular de Defensa se han suscitado reparos en relación a su personalidad distante y su conocida dificultad en trabajar en equipo.
Más allá de las condiciones personales de cada uno de los candidatos a encabezar el Gobierno, es importante tener en cuenta que quién resulte electo deberá necesariamente constituir un Gobierno de coalición. Eso implica que el perfil ideológico del futuro gabinete dependerá de los partidos políticos que lo compongan.
En ese sentido, se estima que de triunfar Biniamín Netaniahu en las elecciones constituirá un Gobierno marcadamente derechista. Al respecto, a nivel internacional existe también inquietud en ese sentido, tomando en cuenta que la nueva Administración del presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, pretende impulsar un activo programa de negociación israelí-palestino que involucrará necesariamente concesiones territoriales por parte de Israel, algo que la extrema derecha no aceptará.
Se estima que un Gobierno encabezado por Netaniahu incorporará a la futura coalición de gobierno al partido Israel Beitenu de Avigdor Liberman, al partido Shas liderado por Eli Ishai, a Bait Haiehudí de orientación nacional religiosa, a Iahadut Hatorá de carácter ortodoxo y a los pequeños partidos de extrema derecha.
Al respecto, ya se han manifestado los dirigentes de Israel Beitenu, Shas y la extrema derecha que apoyarán el nombramiento de Netaniahu para formar gobierno. Ese «abrazo de oso» de la derecha no parece entusiasmar por razones tácticas al líder del Likud, quién teme perder a electores indecisos o aquellos con ideas de centro.
En relación a Liberman, a Netaniahu le resultará muy dificil ignorarlo en razón del notable fortalecimiento del partido Israel Beitenu, que podría resultar la tercera fuerza política.
Pero por el momento, Netaniahu ha tratado de calmar las inquietudes, internas y externas, denegando toda intención de constituir un Gobierno de extrema derecha.
Según el líder del Likud, su intención es constituir un Gobierno amplio que podría incluir incluso a Kadima y el Partido Laborista.
Si esas son realmente las intenciones de Netaniahu, le vá a resultar muy difícil llevarlas a la práctica. La rivalidad personal entre los cuadros directivos del Likud que se disputan los cargos que llegaren a quedar disponibles en el marco de una coalición amplia, más la animosidad existente hacia los «desertores» de Kadima, hará muy dificil la participación del partido liderado por Tzipi Livni en una coalición encabezada por Netaniahu.
La posibilidad que Netaniahu ofrezca el cargo de ministro de Defensa a Barak es alta, aunque su efectivización nos parece difícil ya que los sectores más liberales del partido Avodá se opondrían tajantemente a una participación del Laborismo en un Gobierno derechista encabezado por Netaniahu.
Una alternativa también posible, pese a todas las encuestas, es el eventual triunfo del partido Kadima en las elecciones. En ese caso se abriría un espectro muy distinto de posibles alianzas políticas.
En ese supuesto es dable evaluar que la coalición de Gobierno podría incluir al Partido Laborista, Meretz, los «Verdes» y quizás los partidos religiosos ortodoxos. El problema para la concreción de un escenario político de esas caracteristicas es que una coalición de ese tipo no contaría con suficientes mandatos, dificultad que parece por el momento de muy difícil solución, aunque es conveniente recordar que «la política es el arte de lo imposible».
Es de estimar que una coalición de Gobierno del perfil antes esbozado, bajo la conducción de Kadima, presentaría mejores condiciones para el impulso de negociaciones con la Autoridad Palestina, mejorándose asimismo los canales de comunicación con la nueva Administración de Gobierno de Estados Unidos y los países de la Comunidad Europea.
La coalición de Gobierno que resulte conformada por quién sea electo primer ministro deberá enfrentar de inmediato problemáticas muy serias: la amenaza de Irán, la disuasión de Hamás en el sur y Hizbollah en el norte, las negociaciones con la Autoridad Palestina, la actitud hacia Siria, la recesión económica, entre otras cuestiones candentes.
Es por ello que al colocar el ciudadano su voto en la urna no debe tener en cuenta sólo la elección de un determinado candidato a primer ministro ya que su voto determinará en gran medida el perfil de la coalición de Gobierno que surgirá a resultas de las elecciones.
El desafío electoral no es solamente elegir entre Livni, Netaniahu o Barak sino elegir entre las fuerzas políticas que lo acompañarán (y acotarán) en su gestión de gobierno.
De ello dependerá la manera en que Israel se confrontará con los graves de- safíos que le esperan, muchos de los cuales, no hay que olvidar, son cuestiones «de vida o muerte».